Como psicóloga debo decirte que al realizar una terapia infantil debemos ser muy cuidadosos porque cada niño es un mundo y cada uno tiene un sin fin de emociones, o problemas de desarrollo o cognitivos que requieren que nos adaptemos a ellos, y eso no es una cuestión fácil.
Por ello te voy a dar algunos de los pasos que yo aplico en mis terapias y tanto si eres profesional como si eres papi o mami de un peque con algunos problemitas, creo que te va a ayudar.
PASOS DEL DESARROLLO DE UNA TERAPIA INFANTIL
1. Evaluación inicial
La evaluación inicial es un paso crucial en la terapia infantil, ya que podremos comprender de una manera integral al niño o niña, su contexto y todos aquellos factores que contribuyen a su situación.
¿Cómo podemos desarrollar esto? A continuación te explico los pasos que considero necesarios para llevarlo a cabo:
1.1 Entrevista con los padres o cuidadores
Esta es la primera toma de contacto para obtener una imagen general de la vida del niño. Es clave reunir información sobre diferentes aspectos de su desarrollo, ambiente familiar, y la naturaleza del problema. ¿Qué queremos explorar con ello?:
- El Motivo de consulta: Se pregunta a los padres por qué están buscando ayuda para el niño. Esto puede incluir problemas de comportamiento, dificultades en la escuela, ansiedad, etc.
- La Historia del desarrollo: Aquí se exploran hitos importantes en el desarrollo del niño (caminar, hablar, control de esfínteres), posibles problemas de salud física o mental previos, y cualquier aspecto significativo en su desarrollo evolutivo.
- El contexto familiar: Entender la dinámica familiar es esencial, ya que el entorno tiene un gran impacto en el bienestar emocional del niño. Así que vamos a ver:
- Las elaciones entre los padres y con el niño.
- Los cambios recientes en la familia (divorcio, mudanzas, pérdidas, etc.).
- Las Estrategias de disciplina y crianza que usan los padres.
- Las experiencias escolares: La escuela es un espacio crucial para el desarrollo social y emocional del niño. Les vamos a preguntar por el rendimiento académico, las relaciones con compañeros, la actitud de los maestros hacia el niño y del niño hacia los maestros.
- Los estilos de comunicación y comportamiento en el hogar: Es importante conocer cómo se manejan las emociones y los conflictos en el hogar, y cómo responde el niño ante situaciones difíciles.
1.2 Entrevista con el niño
La manera en que se realiza esta entrevista depende de la edad y la madurez del niño, pero el objetivo principal es establecer un vínculo de confianza y observar cómo el niño se comporta en un entorno seguro y de apoyo. Algunas pautas que puedo darte incluyen:
- Crear un ambiente relajado: Utilizar juguetes, libros o juegos que permitan al niño sentirse cómodo. No se deben hacer preguntas directas o intrusivas al principio, especialmente con niños pequeños.
- Escuchar activamente: Validar las emociones del niño y dejar que exprese sus pensamientos o preocupaciones. Los niños a menudo no tienen un lenguaje emocional desarrollado, por lo que es importante ser sensible a cómo comunican sus emociones a través del juego o las metáforas.
- Explorar sus relaciones: Dependiendo de la edad, preguntar sobre amigos, la relación con sus padres o hermanos, y su experiencia en la escuela.
- Observar el comportamiento no verbal: En los niños, las emociones y conflictos a menudo se expresan de manera no verbal (gestos, tono de voz, manera de jugar). El terapeuta debe estar atento a estas señales.
1.3 Evaluaciones psicológicas
En algunos casos, se utilizan pruebas formales para obtener una evaluación más precisa y dependiendo del motivo de consulta, estas pruebas pueden medir:
- El Desarrollo cognitivo: Se utilizan pruebas como el WISC (Wechsler Intelligence Scale for Children) para medir el nivel cognitivo y las habilidades intelectuales del niño.
- El Desarrollo emocional: Herramientas como cuestionarios de evaluación de ansiedad, depresión o autoestima adaptados a la edad del niño.
- La Evaluación del comportamiento: Escalas de comportamiento que exploran problemas como la hiperactividad, la agresividad, la capacidad de atención o la desobediencia.
- El Dibujo y juego: A menudo se invita a los niños a dibujar o a jugar como una forma de evaluación proyectiva. Los dibujos, los juegos simbólicos o las historias que crean a menudo revelan conflictos internos, miedos o deseos que el niño no puede expresar verbalmente.
1.4 Observación directa
Podemos observar de una forma directa cómo el niño interactúa con el ambiente, con los juguetes, y con el terapeuta. ¿Es tímido o extrovertido? ¿Actúa de forma ansiosa o relajada?- El Juego libre: El juego es un medio natural de comunicación para los niños. A través del juego, los niños expresan lo que piensan y sienten. Como psicólogos observaremos el tipo de juegos que elige el niño (agresivos, simbólicos, creativos, etc.), cómo gestiona el control y la autoridad dentro del juego, y si expresa conflictos internos.
- Las Reacciones emocionales: También prestaremos especial atención a cómo el niño reacciona a estímulos emocionales, como preguntas sobre su vida familiar, escuela o amigos. ¿Se pone ansioso? ¿Se muestra evasivo o agresivo?
1.5 Recopilación de información externa
Además de las entrevistas con los padres y el niño, en ocasiones es útil que recopilemos información de otros entornos importantes, como:
- Escuela: Hablemos con sus maestros para obtener una visión de cómo el niño se comporta en el entorno escolar. Esto puede incluir la actitud hacia el aprendizaje, las relaciones con los compañeros y los desafíos emocionales o conductuales que puedan surgir en clase.
- Otros profesionales de salud: Si el niño ha sido visto por pediatras, neurólogos, o psiquiatras, es importante coordinarse con estos profesionales para tener una comprensión completa de su historia médica y cualquier tratamiento en curso. Aunque al menos en mi experiencia a veces por no decir casi siempre, resulta imposible, debido a la falta de disposición por parte del estado o de la autonomía que corresponda.
1.6 Integración de la información
El último paso en la evaluación inicial es integrar toda la información recopilada para formular una hipótesis clínica sobre lo que puede estar sucediendo. Esto incluye:
- Identificar los factores principales que influyen en el bienestar del niño (familia, escuela, amigos, traumas, etc.).
- Establecer el problema central que será el foco de la terapia.
- Elaborar un plan de tratamiento personalizado, basado en las necesidades específicas del niño.
Objetivos clave de la evaluación inicial
- Comprender el problema desde una perspectiva global, integrando tanto los factores internos (emociones, pensamientos) como externos (ambiente familiar, escolar).
- Construir una relación de confianza con el niño y la familia, facilitando una colaboración fluida en el proceso terapéutico.
- Identificar las herramientas o estrategias más adecuadas para ayudar al niño a superar sus dificultades.
2. Establecer el objetivo terapéutico
Establecer el objetivo terapéutico es un paso fundamental en la terapia infantil, ya que define el enfoque del tratamiento y proporciona una dirección clara para las intervenciones.
Estos objetivos deben ser realistas, específicos y medibles, considerando tanto las necesidades del niño como las expectativas de los padres. Aquí te explico este proceso con más detalle:
2.1 Definición el problema central
El primer paso para establecer los objetivos terapéuticos es identificar el problema central que se va a abordar en la terapia. Esto se hace a partir de la información que has obtenido durante la evaluación inicial, tanto del niño como de los padres, y de las observaciones del terapeuta. El problema puede estar relacionado con:
- Conductas problemáticas: Como rabietas, agresividad, desobediencia, problemas en la escuela, etc.
- Emociones: Ansiedad, tristeza, miedo excesivo, baja autoestima, etc.
- Desarrollo social: Dificultades para hacer amigos, problemas de adaptación en la escuela, retraimiento social, etc.
- Dificultades académicas: Falta de concentración, bajo rendimiento, problemas de aprendizaje.
El objetivo es acotar y priorizar qué aspectos serán el foco del trabajo terapéutico.
2.2 Involucrar al niño en la definición de metas
Dependiendo de la edad y la madurez del niño, es importante que lo involucremos en la definición de los objetivos. Esto fomentará su participación activa y aumentará su motivación para el cambio. Ten en cuenta:
- El lenguaje adecuado a su edad: Con niños pequeños, se puede usar un lenguaje simple o simbólico. Por ejemplo, si el objetivo es reducir la ansiedad, se puede hablar de "aprender a manejar los miedos" o "sentirse más seguro en la escuela".
- Darles voz: Pregúntale al niño qué le gustaría que fuera diferente en su vida. Aunque no siempre tienen claro cómo expresarlo, sus respuestas pueden ayudar a establecer objetivos más alineados con sus necesidades.
- Fomentar la autonomía: Haz que el niño sienta que tiene control sobre algunos aspectos de su proceso terapéutico puede aumentar la probabilidad de éxito.
2.3 Fijar metas claras y realistas
Los objetivos deben ser específicos y medibles, para que tanto nosotros como terapeutas como la familia puedan monitorear el progreso a lo largo de la terapia. Para ello los objetivos deben ser:
- Concretos y específicos: Evitar metas vagas como “sentirse mejor”. En su lugar, se pueden definir metas como: "el niño aprenderá a expresar su frustración sin gritar" o "la niña tendrá menos episodios de ansiedad al separarse de sus padres".
- Realistas y alcanzables: Las metas deben ser apropiadas para la edad y la situación del niño. Por ejemplo, si el problema es la agresividad, un objetivo inicial podría ser reducir la frecuencia de los episodios agresivos, en lugar de eliminarlos por completo.
- Divididos en pasos pequeños: En lugar de un solo objetivo general, es útil dividirlo en subobjetivos pequeños y manejables. Por ejemplo, si el niño tiene dificultades para socializar, los subobjetivos podrían ser:
- "Saludar a dos compañeros de clase cada día".
- "Jugar con un amigo una vez por semana".
Esto permite que tanto el niño como los padres vean progresos tangibles y refuercen la motivación.
2.4 Colaboración con los padres
Los padres son una parte crucial en la terapia infantil, por lo que es esencial establecer metas conjuntas con ellos. Como por ejemplo:
- Alinear expectativas: A menudo, los padres pueden tener expectativas poco realistas o diferentes del enfoque terapéutico. Es importante que el terapeuta gestione esas expectativas desde el principio y explique cuáles son metas alcanzables en el corto, mediano y largo plazo.
- Coherencia en casa: Para que los objetivos terapéuticos tengan éxito, los padres debéis estar dispuestos a colaborar en casa, aplicando las recomendaciones del terapeuta. Por ejemplo, si el objetivo es reducir las rabietas, los padres podríais necesitar implementar técnicas consistentes de manejo de comportamiento.
- Evaluar el nivel de compromiso: Los padres debéis saber que vuestra participación participación es crucial. En muchos casos, el cambio no solo dependerá de lo que ocurra en las sesiones terapéuticas, sino de cómo manejéis las situaciones problemáticas en el hogar.
2.5 Plazo temporal y seguimiento
Los objetivos también deben establecerse en función de un plazo temporal. Algunos cambios pueden observarse en unas pocas semanas, mientras que otros requieren más tiempo. Es importante que tanto los papis como el niño tengan una idea clara del tiempo necesario para alcanzar los objetivos. Es decir:
- Las Metas a corto plazo: Pueden lograrse en pocas semanas y sirven para generar confianza y motivación. Ejemplo: "El niño aprenderá a hacer respiraciones profundas para calmarse cuando esté enojado".
- Las Metas a largo plazo: Son los cambios más complejos, que requieren más tiempo y esfuerzo. Ejemplo: "El niño será capaz de manejar el conflicto con sus compañeros de forma constructiva".
Como terapeutas debemos planificar sesiones de seguimiento periódicas para evaluar el progreso hacia los objetivos. Si no se está logrando el progreso esperado, es necesario hacer ajustes en el plan de tratamiento o en las estrategias terapéuticas.
2.6 Flexibilidad y adaptación
Los objetivos pueden cambiar a medida que la terapia avanza. Es importante que el terapeuta, el niño y los padres se mantengan flexibles y estén dispuestos a revisar y ajustar las metas según la evolución del niño. A veces, los problemas iniciales pueden resolverse rápidamente, pero otros nuevos pueden surgir o volverse más evidentes a medida que avanza la terapia.
Por ejemplo, si el objetivo inicial era reducir las rabietas, pero durante el proceso se descubre que el niño tiene una baja autoestima, es posible que se necesite reformular los objetivos para abordar también ese aspecto emocional.
2.7 Monitoreo del progreso
Para asegurarnos de que se están alcanzando los objetivos, es útil implementar formas de monitoreo y evaluación del progreso. Por ejemplo a través de:
- Registros de comportamiento: Los padres podéis llevar un registro de las conductas problemáticas en casa. Por ejemplo, anotar la frecuencia de los episodios de ansiedad o las rabietas.
- Informes del niño y padres: En cada sesión, como terapeutas podemos pedirle al niño y a los padres que informen cómo se sienten respecto a los cambios observados, y si están notando mejoras en su día a día.
- Escalas de evaluación: En algunos casos, se pueden usar herramientas formales de evaluación para medir cambios en el comportamiento o estado emocional del niño.
Ejemplos de objetivos terapéuticos específicos
- Problemas de conducta: “Reducir las rabietas a menos de 3 episodios por semana en los próximos 2 meses”.
- Ansiedad de separación: “El niño será capaz de separarse de su madre en la escuela sin llorar durante las próximas 4 semanas, utilizando técnicas de respiración”.
- Mejora de la autoestima: “El niño identificará y verbalizará al menos 3 aspectos positivos de sí mismo al final de cada sesión durante 6 semanas”.
3. Crear un vínculo terapéutico (rapport)
Crear un vínculo terapéutico (rapport) es esencial en la terapia infantil, ya que permite que el niño se sienta cómodo, seguro y dispuesto a participar en el proceso terapéutico. Dado que los niños, especialmente los más pequeños, pueden ser reacios a hablar sobre sus emociones o problemas con un desconocido, establecer una relación de confianza es fundamental para el éxito de la terapia.
Te explico más a fondo cómo podemos crear este vínculo terapéutico:
3.1 Construir confianza y seguridad
La confianza es la base del rapport. Los niños, al igual que los adultos, necesitan sentirse seguros para abrirse emocionalmente. Sin embargo, a menudo son más sensibles a las señales emocionales del terapeuta y del entorno, por lo que los primeros encuentros son claves para generar esta confianza. Por lo que como terapeutas debemos tener una:
- Actitud cálida y acogedora: Desde el primer encuentro, debemos ser amables, cercanos y respetuosos con el niño. Mostrar interés en lo que el niño dice y siente ayuda a crear un ambiente de confianza.
- Validación emocional: Es fundamental que el niño sienta que sus emociones son comprendidas y respetadas. Así que validemos lo que el niño siente, sin minimizar ni juzgar sus emociones. Por ejemplo, si el niño expresa miedo o tristeza, es importante reconocerlo: “Parece que te sientes muy preocupado por eso. Es normal que te sientas así en esta situación”.
- Predictibilidad y consistencia: Los niños se sienten más seguros cuando el terapeuta es consistente en su comportamiento y la estructura de las sesiones. Explicarles lo que va a suceder en cada sesión les ayuda a sentirse más en control y menos ansiosos.
3.2 Adaptar el lenguaje y el enfoque a la edad del niño
El lenguaje que utilicemos como terapeutas debe estar adaptado al nivel de desarrollo del niño. Hablar en términos que el niño entienda no solo facilita la comunicación, sino que también refuerza la conexión emocional. Por lo que es necesario tener en cuenta:
- Un Lenguaje sencillo y claro: Con los niños más pequeños, debemos evitar el uso de términos complejos o psicológicos. En lugar de preguntar "¿Cómo te sientes emocionalmente?", podrías decir algo como "¿Cómo está tu corazón hoy? ¿Está triste o contento?".
- Un Uso de metáforas o personajes: En niños pequeños, es útil emplear cuentos, personajes o juegos simbólicos para representar emociones. Por ejemplo, puedes hablar del "monstruo del enfado" para que el niño identifique sus momentos de enojo o "la nube triste" para describir la tristeza.
- Un Lenguaje corporal y tono de voz: Los niños son muy sensibles al tono de voz y a las expresiones faciales del terapeuta. Por lo que mantener un tono calmado, afectuoso y usar gestos no verbales de cercanía (como sonreír o agacharse para estar a su altura) también contribuye a generar un ambiente de confianza.
3.3 Uso del juego como medio de comunicación
El juego es una herramienta esencial para construir rapport con los niños, especialmente con los más pequeños. A través del juego, los niños pueden expresar sus emociones, pensamientos y preocupaciones de una manera segura y no verbal.
¿Qué tipo de juegos podemos utilizar?
- El Juego libre: Permitimos que el niño elija los juegos o juguetes que prefiera en las primeras sesiones. Esto no solo le da una sensación de control, sino que también le permite relajarse y mostrarse tal como es. A través del juego libre, podemos observar cómo el niño expresa sus emociones y relacionarnos con él sin presión.
- El Juegos simbólicos: Estos juegos permiten al niño representar situaciones o emociones a través de personajes o juguetes, lo que puede ser una forma menos intimidante de hablar sobre sus sentimientos. Por ejemplo, en lugar de hablar directamente de un miedo, el niño puede representar a un muñeco o figura que siente miedo.
- Los Juegos colaborativos: Jugar junto al niño, con reglas simples, nos permite y al niño formar un equipo, lo que genera una mayor cercanía y fomenta la confianza. Además, durante estos juegos, podemos modelar habilidades sociales o emocionales que el niño necesita aprender, como la cooperación o la autorregulación.
3.4 Escuchar activamente y mostrar empatía
La escucha activa es clave para que el niño sienta que lo que dice importa y que lo estámos comprendiendo profundamente. Esto implica:
- Reflejar lo que el niño dice: Repetir o reformular lo que el niño expresa demuestra que estás prestando atención. Por ejemplo, si el niño dice "Estoy enojado porque nadie quiere jugar conmigo", puedes decir: "Parece que te sientes realmente solo cuando los otros niños no quieren jugar contigo". Esto no solo valida sus sentimientos, sino que lo ayuda a poner palabras a lo que está experimentando.
- Empatía: Debemos ponernos en el lugar del niño, intentando entender su mundo desde su perspectiva. Mostrar empatía implica reconocer lo difícil que puede ser lo que está viviendo el niño, aunque a los adultos nos parezca un problema pequeño. Incluso si el niño se muestra desafiante o negativo, debemos mantener una actitud comprensiva.
3.5 Crear un ambiente seguro y predecible
El entorno en el que se desarrolla la terapia también juega un papel importante en la creación del vínculo terapéutico. Un ambiente seguro y acogedor permite al niño relajarse y confiar en el proceso terapéutico. Esto incluye:
- Un Espacio físico adecuado: La consulta debe ser acogedora, con juguetes, libros y materiales adaptados a diferentes edades. Debe ser un espacio en el que el niño se sienta libre de explorar, jugar y expresarse sin miedo a ser juzgado.
- Unas Rutinas predecibles: A los niños les gusta la rutina, ya que les da una sensación de control y seguridad. Establecer una estructura clara en cada sesión, explicando lo que sucederá en términos simples, ayuda a reducir la ansiedad y a crear confianza en el proceso.
3.6 Paciencia y respeto por el ritmo del niño
Algunos niños pueden tardar en sentirse cómodos con nosotros, especialmente si han tenido experiencias previas negativas o si están lidiando con traumas. En estos casos, es fundamental que respetemos el ritmo del niño. Esto implica:
- No forzar la comunicación: Si el niño no quiere hablar en las primeras sesiones, es importante respetar su necesidad de tiempo. Podemos continuar trabajando a través del juego o actividades no verbales hasta que el niño esté listo para expresarse con palabras.
- Validar la resistencia o el miedo: Si el niño se muestra resistente a la terapia o parece nervioso, debemos reconocer y validar esos sentimientos. Por ejemplo, podemos decir: "Es normal que al principio no quieras hablar. A veces, las cosas nuevas pueden ser un poco intimidantes, pero estoy aquí para ayudarte cuando estés listo o lista".
3.7 Coherencia y límites claros
Si bien el vínculo terapéutico debe basarse en la confianza y la empatía, también es importante que establezcamos límites claros. Los niños, especialmente aquellos que tienen dificultades de comportamiento, necesitan entender que existen reglas y límites, incluso en un espacio seguro como la terapia.
Por ello debemos:
- Establecer reglas desde el principio: Explicar de manera clara y sencilla cuáles son las reglas en la terapia. Por ejemplo, "Aquí todos nos tratamos con respeto, así que no gritamos ni pegamos".
- Tener Coherencia en las respuestas: Debemos ser coherentes en cómo manejar las conductas problemáticas o las pruebas de límites del niño. Esto no solo genera confianza, sino que también ayuda a los niños a entender qué comportamientos son aceptables y cuáles no.
3.8 Involucrar a los padres de manera adecuada
Para muchos niños, la presencia o el respaldo de sus padres puede ser crucial para sentirse seguros en las primeras etapas de la terapia. Dependiendo de la situación, podemos:
- Incluir a los padres en las primeras sesiones: Si el niño está particularmente ansioso o reticente, permitir que el padre o la madre esté presente en las primeras sesiones puede ayudar al niño a adaptarse.
- Mantener una comunicación abierta con los padres: Si bien la relación principal es entre el terapeuta y el niño, los padres deben sentirse incluidos y comprendidos en el proceso, lo que refuerza la seguridad del niño en el proceso terapéutico.
4. Intervención terapéutica
Una vez que se han establecido los objetivos terapéuticos y se ha creado un vínculo de confianza con el niño, se implementan las estrategias y técnicas necesarias para abordar los problemas identificados. Este proceso es altamente personalizado, ya que cada niño es único, y las intervenciones deben adaptarse a su edad, estilo de aprendizaje, personalidad y tipo de problema que se está tratando. A continuación te explico en más detalle los aspectos fundamentales de la intervención terapéutica en niños.
4.1 Selección de técnicas y enfoques terapéuticos
Existen diferentes enfoques terapéuticos en la intervención infantil, y la elección de uno o varios depende de la naturaleza del problema y del perfil del niño. Yo voy mezclando en función de la necesidad. Te muestro los que suelo utilizar que a su vez son los más comunes y efectivos:
a. Terapia Cognitivo-Conductual (TCC)
Es una de las terapias más utilizadas con niños y se basa en la idea de que los pensamientos influyen en las emociones y comportamientos. En la TCC, trabajo con el niño para identificar patrones de pensamiento negativos y modificarlos, lo que a su vez ayuda a cambiar sus comportamientos.
- Ejemplo de intervención: Si un niño tiene ansiedad, se le puede enseñar a identificar los pensamientos que provocan esa ansiedad (como “no puedo hacerlo” o “algo malo va a pasar”) y luego aprender a reemplazarlos por pensamientos más realistas y positivos (“puedo intentarlo” o “estoy seguro”).
b. Terapia de Juego
El juego es una herramienta fundamental en la terapia infantil, ya que permite a los niños expresar sus emociones de manera no verbal. A través de juegos simbólicos, podemos entender mejor los conflictos internos del niño y ayudarle a resolverlos.
- Ejemplo de intervención: Un niño que tiene dificultades para expresar su enojo puede jugar con muñecos o usar juegos simbólicos para mostrar lo que siente. A partir de ahí, el terapeuta puede guiarlo en formas más saludables de expresar su enojo, como hablar en lugar de actuar con agresividad.
c. Terapia de conducta
Este enfoque se centra en modificar conductas problemáticas a través de técnicas de refuerzo positivo o negativo, y a menudo involucra a los padres para que implementen las estrategias en casa. Suelo utilizar técnicas como el moldeado (reforzar pequeños pasos hacia la conducta deseada) y el refuerzo positivo (recompensar conductas adecuadas).
- Ejemplo de intervención: Si el problema es la falta de control de los impulsos, el terapeuta puede diseñar un sistema de recompensas para que el niño reciba algo positivo cada vez que controle su impulsividad en situaciones específicas. (Economía de fichas, por ejemplo).
d. Terapia basada en la regulación emocional
Este enfoque ayuda al niño a identificar, comprender y regular sus emociones. Los niños con dificultades emocionales pueden tener problemas para identificar lo que sienten y cómo manejar esas emociones.
- Ejemplo de intervención: Podemos enseñar al niño técnicas de relajación o respiración profunda para reducir la ansiedad o la ira, y ayudarle a comprender que las emociones intensas, aunque incómodas, son manejables.
e. Terapia de familia
A veces, el entorno familiar contribuye al problema del niño, o bien es crucial para ayudar en la solución. La terapia familiar busca mejorar las dinámicas familiares, reforzar las relaciones positivas y cambiar patrones de comportamiento que puedan estar manteniendo los problemas.
- Ejemplo de intervención: Si el niño tiene problemas de conducta en casa, podemos trabajar con toda la familia para identificar los factores que están reforzando esos comportamientos y modificar la dinámica para fomentar un entorno más positivo y estable.
4.2 Participación activa del niño
La participación activa del niño es crucial para la intervención terapéutica. Esto implica que debemos involucrar al niño de manera que se sienta motivado y comprometido con el proceso. Algunas estrategias para lograrlo son:
- Usar intereses del niño: Si el niño tiene un interés particular (como los deportes, los superhéroes o los animales), se pueden integrar estos temas en las actividades terapéuticas para aumentar su motivación y disposición a participar.
- Actividades dinámicas y lúdicas: Las actividades deben ser apropiadas para la edad y permitir que el niño aprenda a través de la experiencia, en lugar de limitarse solo a hablar. Esto puede incluir manualidades, dibujo, juegos de roles o actividades físicas.
4.3 Involucrar a los padres en el proceso terapéutico
Los padres desempeñan un papel fundamental en la intervención terapéutica infantil, ya que ellos son quienes pasan más tiempo con el niño y pueden aplicar muchas de las estrategias en el hogar. Algunas formas de involucrar a los padres incluyen:
- Entrenamiento para los padres: A veces, trabajo directamente con los padres para enseñarles técnicas específicas que ayuden a manejar las conductas problemáticas o fomentar el bienestar emocional del niño. Esto puede incluir técnicas de manejo del comportamiento, refuerzos positivos, y la mejora de la comunicación entre padres e hijos.
- Retroalimentación constante: Durante la terapia, podemos proporcionar a los padres actualizaciones regulares sobre el progreso del niño y ofrecerles recomendaciones sobre cómo apoyar ese progreso en casa.
- Implicación en las sesiones: En ciertos casos, los padres pueden participar directamente en algunas sesiones, particularmente si se están trabajando dinámicas familiares o problemas de apego.
4.4 Fomentar habilidades de afrontamiento y solución de problemas
Otro objetivo central de la intervención terapéutica es enseñar habilidades de afrontamiento que ayuden al niño a manejar mejor las situaciones difíciles o estresantes. Estas habilidades varían según el problema que se esté abordando, por ejemplo:
- Habilidades sociales: Si el niño tiene dificultades para relacionarse con otros, se pueden trabajar habilidades como iniciar conversaciones, resolver conflictos o compartir.
- Habilidades emocionales: Enseñar al niño a reconocer sus emociones y a encontrar formas saludables de manejarlas (por ejemplo, técnicas de respiración, el uso del lenguaje para expresar lo que siente, o buscar apoyo de un adulto).
- Habilidades cognitivas: En la terapia cognitivo-conductual, el niño aprende a reconocer pensamientos negativos o distorsionados
5. Intervención familiar
La intervención familiar es una parte esencial en muchas terapias infantiles, ya que el entorno familiar juega un papel crucial en el desarrollo emocional y conductual del niño. Involucrar a la familia en el proceso terapéutico no solo nos ayuda a comprender mejor los problemas del niño, sino que también facilita cambios duraderos al mejorar las dinámicas familiares y el apoyo mutuo.
Aquí te explico más a fondo cómo funciona la intervención familiar y cómo se lleva a cabo en el contexto de la terapia infantil, al menos lo que yo suelo trabajar:
5.1 Entender la dinámica familiar
- Las peleas o tensiones no resueltas entre los padres pueden generar ansiedad, estrés o conductas disruptivas en el niño.
- Si no hay reglas o límites consistentes en el hogar, es más probable que los niños desarrollen problemas de conducta.
- Las dificultades para expresar emociones o resolver conflictos de manera adecuada pueden afectar el bienestar del niño.
Yo personalmente trabajo con la familia para identificar estos patrones y entender qué factores pueden estar contribuyendo a las dificultades del niño.
5.2 Mejorar la comunicación familiar
- Debemos enseñar a los padres y a los hijos cómo expresar sus sentimientos de manera clara y respetuosa. Esto incluye habilidades como:
- Escucha activa: Prestar atención a lo que los otros miembros de la familia están diciendo sin interrumpir o juzgar.
- Expresar emociones sin atacar: En lugar de culpar o atacar a otros (por ejemplo, "Siempre haces que me sienta mal"), se enseña a usar declaraciones en primera persona (por ejemplo, "Me siento triste cuando esto sucede").
5.3 Resolver problemas y conflictos de manera colaborativa
- A veces los conflictos familiares surgen por malentendidos o suposiciones erróneas. Por esa razón ayudaremos a clarificar cuál es el verdadero problema.
- En lugar de que un solo miembro de la familia imponga una solución, guiaremos a la familia para que todos participen en la búsqueda de una solución que funcione para todos.
- Una vez que se encuentra una solución, ayudaremos a la familia a establecer cómo y cuándo se llevará a cabo, asegurándonos de que todos los miembros respeten los acuerdos.
5.4 Establecimiento de límites y normas claras
- Es importante que los padres sean coherentes en la aplicación de reglas. Si un comportamiento es aceptable en un momento pero no en otro, esto puede confundir al niño.
- Enseñaremos a los padres a aplicar consecuencias justas y proporcionales a las conductas inapropiadas. Por ejemplo, si el niño no sigue una regla, la consecuencia debe estar relacionada con el comportamiento (por ejemplo, si no hace la tarea, puede perder tiempo de juego).
- Motivaremos a los padres a reforzar las conductas positivas a través de elogios o recompensas, para que el niño se sienta motivado a seguir comportándose de manera adecuada.
5.5 Aumentar el apoyo emocional dentro de la familia
- Enseñaremos a los padres a empatizar con los sentimientos y experiencias del niño, lo que refuerza el vínculo afectivo. Esto incluye aprender a escuchar sin juzgar y ofrecer consuelo cuando el niño está angustiado.
- Motivaremos a las familias a pasar tiempo juntos en actividades agradables y sin conflictos, lo que refuerza el sentido de pertenencia y cercanía.
- También enseñaremos a los niños a ser empáticos con los sentimientos de los demás, fomentando un ambiente de respeto y cuidado mutuo en el hogar.
5.6 Cambio de roles familiares disfuncionales
- Por lo que trabajaremos con la familia para revisar y cambiar estos roles, promoviendo una distribución más equilibrada de las responsabilidades y expectativas. Así, el niño deja de ser visto como el único problema y la familia comienza a asumir la responsabilidad compartida por el bienestar de todos.
5.7 Papel de los padres en la regulación emocional del niño
- Los padres aprenderán a modelar estrategias de regulación emocional saludables, como la paciencia, la reflexión y la auto-calma, para que el niño aprenda a imitarlas.
- En lugar de reaccionar de manera impulsiva a las rabietas o al mal comportamiento, se enseñará a los padres a responder de manera calmada y comprensiva, ayudando al niño a identificar sus emociones y encontrar formas más efectivas de expresarlas.
5.8 Intervención en situaciones de crisis
- Nuestra función es apoyar a la familia durante el proceso de ajuste, ofreciendo herramientas para manejar el duelo, la ansiedad o el estrés. También les enseñaremos a los padres a mantener la estabilidad emocional y estructural en el hogar durante estos momentos difíciles, para que el niño no se sienta desprotegido o desamparado.
5.9 Participación activa de los padres en la terapia del niño
- Los padres aprenderán técnicas específicas, como el refuerzo positivo, la aplicación de consecuencias adecuadas y el fomento de habilidades sociales o emocionales en el niño.
- A veces, Les enseñaremos a los padres cómo pueden continuar apoyando las habilidades que el niño está aprendiendo en terapia, como la gestión de la ansiedad, el control de impulsos o la resolución de problemas.
5.10 Fortalecer el papel de la familia como sistema de apoyo
- Se refuerza la idea de que los padres tienen la capacidad de crear un ambiente saludable, seguro y de apoyo, lo que permite al niño prosperar emocionalmente. Ayudaremos a la familia a desarrollar la autoconfianza necesaria para manejar los desafíos por sí mismos.
6. Monitoreo del progreso
El monitoreo del progreso en la terapia infantil es un proceso continuo y sistemático que tiene como objetivo evaluar cómo está evolucionando el niño a lo largo de la intervención y determinar si las estrategias terapéuticas están siendo efectivas.
Es fundamental para asegurarse de que los objetivos establecidos al inicio del tratamiento se están alcanzando y para realizar ajustes en caso de que sea necesario.
6.1 Establecimiento de indicadores de progreso
- Si el objetivo es mejorar el comportamiento, los indicadores pueden ser la frecuencia de los comportamientos problemáticos (por ejemplo, reducir los berrinches de 5 veces al día a 1 vez por semana) o el incremento de conductas positivas (como la participación en actividades sociales).
- En problemas emocionales, los indicadores pueden ser una disminución de la ansiedad o un aumento en la autoestima del niño, evaluados a través de cuestionarios, observación o informes de los padres.
- En terapias que buscan mejorar habilidades sociales o de regulación emocional, se mide el uso efectivo de las estrategias aprendidas por el niño, como el manejo de la frustración o la capacidad de hacer amigos.
6.2 Observaciones directas
- Sesiones de juego o interacción: En la terapia de juego, por ejemplo, podemos observar cambios en el modo en que el niño se relaciona con el entorno, cómo expresa sus emociones o cómo aborda problemas o desafíos durante el juego.
- Comportamiento en casa y en la escuela: Le pedimos a los padres y maestros que informen sobre los cambios que están observando en el comportamiento del niño fuera de las sesiones de terapia. Por ejemplo, si el niño tiene menos conflictos con sus compañeros en la escuela o si se muestra más cooperativo en casa.
6.3 Evaluaciones y cuestionarios
Para obtener una evaluación más estructurada del progreso, el terapeuta puede utilizar cuestionarios y escalas de evaluación que miden distintos aspectos del desarrollo emocional y conductual del niño. Estos instrumentos permiten obtener datos objetivos sobre la evolución del tratamiento.
- Autoevaluaciones (si la edad lo permite): Para niños mayores, podemos utilizar cuestionarios de autoevaluación en los que el niño informe cómo se siente respecto a ciertos temas, como su ansiedad, autoestima o confianza social.
- Los padres y maestros suelen completar cuestionarios o escalas para ofrecer su perspectiva sobre el progreso del niño, proporcionando información clave sobre su comportamiento y emociones en diferentes contextos.
6.4 Revisión periódica de los objetivos
- Es común que programemos reuniones regulares con los padres para revisar los avances del niño. En estas reuniones, se discuten los cambios observados, los retos persistentes y los próximos pasos en el proceso terapéutico.
- A medida que el niño progresa, puede ser necesario ajustar los objetivos terapéuticos. Por ejemplo, si un niño ha mejorado en la gestión de su ansiedad en situaciones sociales, se puede avanzar hacia objetivos más complejos, como mejorar sus habilidades para hacer amigos.
6.5 Registro del progreso
Debemos llevar un registro detallado del progreso del niño a lo largo de las sesiones, anotando observaciones clave, avances y cualquier desafío persistente. Este registro puede incluir:
- Notas sobre la frecuencia e intensidad de los comportamientos problemáticos.
- Observaciones sobre cómo el niño está gestionando sus emociones en diferentes contextos.
- Si el niño está utilizando las estrategias que ha aprendido en terapia (como técnicas de relajación, habilidades sociales o resolución de problemas).
Este registro nos permite tener una visión clara y objetiva del progreso del niño y facilita la toma de decisiones sobre el tratamiento.
6.6 Retroalimentación del niño y la familia
- Podemos preguntarle al niño si siente que ha mejorado en ciertas áreas, cómo maneja sus emociones o si nota algún cambio en su vida diaria.
- Los padres también pueden proporcionar una visión valiosa sobre cómo el niño se comporta en casa, si ha mejorado en la escuela o si sigue enfrentando dificultades específicas.
6.7 Ajustes en la intervención
- Si un enfoque no está funcionando, podemos probar otras técnicas o modalidades terapéuticas.
- En algunos casos, puede ser necesario aumentar la frecuencia de las sesiones para abordar problemas más persistentes, o reducirlas si el niño muestra una mejora significativa.
- A medida que el niño avanza, puede ser necesario ajustar o agregar nuevos objetivos terapéuticos para continuar fomentando su desarrollo.
6.8 Celebrar los logros
- Esto puede hacerse a través de elogios, recompensas simbólicas o reconocimiento de lo que el niño ha logrado, lo que también refuerza las conductas y actitudes positivas.
- Podemos invitar al niño y a los padres a reflexionar sobre los cambios que han visto a lo largo del proceso, ayudando a consolidar el sentido de logro y crecimiento personal.
7. Coordinación con otros profesionales
La coordinación con otros profesionales es una parte importante del trabajo terapéutico infantil, ya que los problemas emocionales, conductuales o de desarrollo de un niño suelen ser complejos y pueden requerir la intervención de varios especialistas. Esta colaboración asegura una atención integral y consistente, lo que aumenta las probabilidades de éxito terapéutico.
Aquí te explico cómo funciona esta coordinación y qué profesionales suelen estar involucrados:
7.1 Importancia de la coordinación interdisciplinaria
La coordinación interdisciplinaria permite que todos los involucrados trabajen hacia objetivos comunes, evitando duplicación de esfuerzos o enfoques contradictorios.
Algunos de los profesionales con los que un psicólogo infantil puede necesitar coordinarse incluyen:
- Médicos pediatras: En casos donde hay problemas médicos o trastornos del desarrollo que afectan el comportamiento del niño.
- Psiquiatras infantiles: Si el niño requiere medicación para problemas de salud mental (como TDAH, ansiedad, depresión), el psiquiatra se encarga de prescribir y monitorear el tratamiento farmacológico.
- Maestros y personal educativo: Para abordar problemas de aprendizaje, de conducta en la escuela o dificultades en el entorno educativo.
- Logopedas (terapeutas del lenguaje): Si el niño tiene dificultades en el desarrollo del lenguaje o la comunicación.
- Trabajadores sociales: En situaciones de dificultades familiares, problemas de abuso o negligencia, o cuando se necesita apoyo en el entorno familiar o comunitario.
- Fisioterapeutas o terapeutas ocupacionales: Si el niño presenta retrasos motores o dificultades de coordinación que impactan en su desarrollo general.
- Neurólogos pediátricos: En casos donde existan problemas neurológicos o del desarrollo, como el autismo o la epilepsia.
7.2 Evaluación conjunta
- Informes compartidos: Los psicólogos solemos preparar informes detallados que incluyen la evaluación del niño, su historia clínica y los objetivos terapéuticos, y lo compartimos con otros profesionales para que todos tengan un entendimiento común del caso.
- Reuniones interdisciplinarias: Es común que los profesionales involucrados en el caso nos reunamos para discutir los hallazgos y decidir cómo abordar el problema desde diferentes ángulos, garantizando que se sigan enfoques complementarios.
7.3 Planificación de un tratamiento conjunto
Cada especialista tiene su propia área de enfoque, pero las intervenciones deben alinearse para que el niño reciba una atención integrada.
- Por ejemplo, si un niño tiene TDAH, el psicólogo puede centrarse en la terapia cognitivo-conductual para mejorar las habilidades de regulación emocional y conducta, mientras que el psiquiatra se encarga de la medicación. Ambos profesionales debemos estar en comunicación para evaluar el efecto combinado de las intervenciones.
- Si el niño también tiene problemas en la escuela, podemos como psicólogos trabajar con los maestros para modificar el entorno escolar y adaptar el aprendizaje a sus necesidades, mientras que los logopedas o terapeutas ocupacionales pueden apoyar en otras áreas del desarrollo del niño.
7.4 Comunicación constante
La comunicación regular entre los profesionales es clave para asegurar que todos estén al tanto del progreso del niño y de cualquier cambio en su situación.
- El psicólogo y otros profesionales pueden compartir informes sobre cómo está respondiendo el niño a la terapia o cualquier cambio en su conducta o rendimiento. Esto puede hacerse a través de reuniones regulares o informes escritos.
- Si un profesional detecta que hay necesidad de ajustar el tratamiento (por ejemplo, cambiar la medicación o modificar el enfoque terapéutico), lo comunica a los otros especialistas para que todos puedan adaptar sus intervenciones según sea necesario.
7.5 Coordinación con el entorno escolar
En muchos casos, los problemas emocionales o conductuales de los niños se manifiestan en la escuela, por lo que es esencial que, como psicólogos, trabajemos estrechamente con los maestros, orientadores escolares y psicopedagogos.
- El psicólogo puede colaborar con los maestros para desarrollar estrategias en el aula que ayuden a manejar los comportamientos problemáticos del niño o adaptar el entorno escolar a sus necesidades. Esto puede incluir modificar las reglas de la clase, ofrecer más tiempo para las tareas o proporcionar apoyo adicional en actividades específicas.
- Podemos ofrecer orientación o capacitación a los maestros sobre cómo manejar los desafíos conductuales o emocionales del niño en la escuela, brindándoles herramientas para ayudar al niño de manera efectiva.
- Si el niño tiene necesidades educativas especiales, podemos ayudar a coordinar con el equipo de educación especial para asegurar que el niño reciba las adaptaciones necesarias, como apoyos en el aprendizaje o tecnología asistencial.
7.6 Coordinación con el pediatra y especialistas médicos
Los pediatras y otros especialistas médicos son un apoyo fundamental cuando los problemas emocionales o de conducta del niño pueden estar relacionados con problemas médicos o neurológicos.
- Si el niño está tomando medicamentos (por ejemplo, para el TDAH, ansiedad o depresión), el psicólogo y el pediatra (o psiquiatra) debemos estar en comunicación constante para evaluar los efectos de la medicación, ajustar las dosis si es necesario y asegurarse de que no haya efectos secundarios que interfieran con la terapia.
- A veces, los problemas emocionales del niño están relacionados con condiciones médicas no diagnosticadas. Por ejemplo, un niño con epilepsia no diagnosticada puede tener dificultades de concentración o cambios de humor que podrían confundirse con un trastorno emocional. La comunicación con neurólogos o pediatras ayuda a obtener una visión completa del niño.
7.7 Trabajo con terapeutas del habla o terapeutas ocupacionales
- Si un niño tiene dificultades para comunicarse, esto puede generar frustración y conductas problemáticas. El psicólogo y el logopeda podemos coordinarnos para ayudar al niño a desarrollar habilidades de comunicación más efectivas, reduciendo así su frustración.
- En niños con dificultades sensoriales o motrices, el terapeuta ocupacional puede trabajar en la mejora de estas áreas, mientras que nosotros podemos apoyar en el manejo emocional que estas dificultades pueden generar.
7.8 Intervención en casos de riesgo social
- Vamos a trabajar con el trabajador social para asegurar que el niño esté protegido y que sus necesidades básicas sean atendidas. En casos graves, puede ser necesario involucrar a las autoridades de protección infantil.
- A menudo, el trabajador social puede ofrecer apoyo práctico a la familia, como servicios de apoyo económico, orientación para padres o intervención en situaciones de violencia doméstica.
7.9 Beneficios de la coordinación profesional
- Atención integral: Se aborda al niño desde múltiples perspectivas (emocional, conductual, médica, social, educativa), lo que mejora la comprensión de sus necesidades y aumenta las posibilidades de éxito terapéutico.
- Prevención de problemas: Al compartir información, se pueden prevenir problemas antes de que se agraven. Por ejemplo, si un niño está mostrando signos de ansiedad en la escuela, se puede intervenir antes de que esto afecte más su rendimiento académico o su bienestar emocional.
- Coherencia en el tratamiento: Al coordinar esfuerzos, se asegura que todos los profesionales estén trabajando hacia los mismos objetivos, evitando mensajes contradictorios o enfoques incoherentes.
8. Cierre de la terapia
Aunque esto parezca estructurado, no olvides que más vale tenerlo todo atado para que de esta forma no nos dejemos nada al azar, no son caramelos, son niños que no vienen por gusto y al menos en mi opinión debemos estar a la altura en lo que corresponde a nuestra responsabilidad.
Si tienes un caso en tu vida, eres terapeuta o familiar y tienes dudas, puedes contactar conmigo a través del Whatsapp +34 677755114 o a través del formulario de contacto.
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